Intencionario

El ciclo elefante es un ciclo de lecturas donde, JUEVES, autores vivos de Mendoza leen en vivo sus producciones. Cuentos, poesías, fragmentos, recortes: hibridación genérica puesta en escena. Literatura en boca de sus hacedores. 2008-2011

viernes, 10 de julio de 2009

La vuelta a la alameda en 80 elefantes

Negro Hidalgo - Daniel Poxner

Traemos la noticia del arribo de esta manada de Elefantes, informando sobre la disposición de las bestias alistadas en el umbral de este mismo bar, dando fe que nos han traído de buena manera y respetándonos mutuamente, nosotros sus pasos lentos y seguros, y ellos nuestras ansiedades mundanas.

Apertura 2009

Dotamos nuevamente a este inicio de un discurso modelo que ampare nuestras connotaciones y expectativas en este primer despegue del año 2009. “Viaje a la alameda en 80 Elefantes” trae la noticia del arribo de esta manada de Elefantes, informando sobre la disposición de las bestias alistadas en el umbral de este mismo bar, y dando fe de que nos han traído de buena manera y respetándonos mutuamente, nosotros sus pasos lentos y seguros, y ellos nuestras mundanas ansiedades.
Haciendo un recuento de lo sucedido, memoriándonos en aciertos y errores, hoy pretendemos retomar el equipaje y montarnos a la piel rugosa de esos milenarios silenciosos, a fin de guiar las curiosidades que llevamos en las mochilas cargadas de agua y alimento.
La importancia de las patas de elefante es que son ellas las que andan los rumbos. Confluyeron en Mendoza en este puntual sitio de la alameda, y desde aquí vuelven a relanzarse como lo hicieran un año antes.
Suele relacionarse al elefante con la buena memoria (esto lo confirman diversos estudios realizados en Universidades de todo el mundo), estudiando las comunicaciones entre elefantes del Parque Nacional Amboseli, en Kenia, los investigadores llegaron a la conclusión de que estos animales son capaces de reconocer la llamada de más de cien individuos diferentes. De manera que pueden formar una red social relativamente compleja. Aquí en esta ciudad han tejido algunas formas disímiles, coordinadas tan sólo por su largo deseo. Estos nobles animales no nos sorprenden con la existencia de cementerios de su propia especie, ya que se han encontrado restos de elefantes en una misma zona, muy cerca uno de otro, lo cual constituye un mito, que constituye una historia, que desemboca en una tradición primero oral, luego escrita y posteriormente expuesta en un ciclo de literatura y palabras organizadas en torno a sintaxis y a organizaciones de ideas.
Ellos callan en los márgenes de estos jueves, se prestan a conducir a los autores que quieran pertenecerles, sin más que eso, sin ningún renglón que separe, sin ninguna norma exhaustiva, sino tan sólo porque creen que el silencio y el camino va reflejando toda una batalla, y al final, ese punto considerado, ese blanco a perseguir, esa especie de princesa a rescatar, traerá el alimento del futuro, el goce por la semilla germinada, la función del plan de la vida hecho verdad.
Los elefantes también se sumergen en las profundidades de lagos y lagunas a fin de bucear esas curiosidades del fondo y aprender de ellas. Para ello tienen unos pulmones especiales que les permiten moverse completamente sumergidos mientras respiran a través de la punta de su trompa, la que hacen sobresalir justo por encima de la superficie del agua. La presión en las membranas pleurales que rodean sus pulmones es tan grande que los vasos sanguíneos se romperían o causarían un rápido edema en cualquier otro mamífero. Pero las particularidades de estos milenarios están puestas en el lugar preciso y en la hora precisa.
Los incisivos interiores llamados corrientemente colmillos, no son los de los cuentos de murciélagos, no son los de drácula, no son los de los perros que los ofrecen a manera de amenaza, sino que son de un marfil extraordinariamente precioso, por eso las industrias dedicadas al exterminio y a las ventas y a los dineros aprecian tanto y tan sólo, estas partes. Cuentan las enciclopedias que este animal es asombrosamente inteligente, de ojos pequeños en comparación de su gran cuerpo, pero de vista aguda, de visión plural y democratizadora de las conductas culturales de una región a veces ahogada por la soberbia y las decisiones antiquísimas ligadas a los procesos de narcisismo e individualización.
Dicen también que es muy útil al hombre porque es fácil de domesticar, aunque cuando enfurece es peligroso. El hombre todo quiere hacerlo suyo, entonces pretende en pos de todo, pero el Elefante primero calla y después aprende. Entonces se apuesta a realizar el viaje, dejando que creamos que lo tenemos, que lo poseemos, que lo dirigimos, que lo mandoneamos, pero ellos harán su viaje en este año como lo hicieron el año pasado. Podemos dar precisión sobre esto. Tomando rutas a intuición de su corazón y no las que elijan las manos que toman aparentemente las riendas de sus cuellos.
Cuando Mariela Encina ideó pre-textos en 2007, nosotros acudimos y luego tomamos su esfuerzo para proseguirlo.
De esta manera nacemos “Viaje a la alameda en 80 Elefantes” y los distribuimos para fortalecernos, para entender una comunidad ligada al encuentro, al respeto, a la pluralidad de una literatura que vele por la convivencia.
Recordamos también nuestro sesgo a incluir a autores nuevos, autores jóvenes menores de veinte años y a autores adultos que pretendan exponer parte de su obra en esta seguidilla de jueves que se avecinan. Todo aquel que pase por aquí lo entenderemos como apoyo a un proyecto de las características antes mencionadas. No son “invitados”, sino pasajeros de viaje 2009, ladrillo en la construcción del edificio. Agradecemos humildemente a todos los autores que lo entendieron de esa manera e hicieron del año pasado un verdadero periplo alrededor de su trabajo poético y narrativo. También hacemos partícipes al público que nos acompañó en el 2008, reconocemos su aporte y esperamos abrazar a más personas en esta propuesta que incluye noche, bebida y literatura.
Párrafo aparte merece este punto de encuentro: el bar “iguanahaní”, que da plataforma a esta propuesta cultural, que reivindica a la alameda en espectáculos de este tipo y que jamás nos pusieron ningún obstáculo obsecuente del sinsentido. Este inicio se larga en este mismo lugar de origen. Remodelado y apto para nosotros, como comunidad artística y cultural, como evento social y de reunión.
Ojalá pudiésemos construir una larga fila de creadores y público, de escritores y lectores. Tal vez podríamos derribar las barreras que nos retrasan, tal vez podríamos echar al rey del palacio para apoderarnos de sus grandes jardines para acampar allí. Dependerá de nuestra altura para dirimir temas culturales. De vuelta a la alameda en 80 elefantes, después de hacer un giro por recónditos paisajes de las bocas, de las manos, de las imaginaciones. Subamos una idea. Que no somos nada desde el telescopio de los centros, pero podemos invertir la lupa desde abajo, dependerá de la música, de las palabras, de las intenciones. Digamos algo en cadena, democratizando los espacios y desregulando las estructuras. Ya no pueden aportarnos las estatuas, ya no pueden taparnos el sol esas sombras. Estas mismas oraciones me lo piden.En mi nombre y en el Dani, y en el nombre de todos los que se sienten parte del ciclo Elefante damos veredicto hacia adónde arrojamos la flecha. Sin más que la fuerza de ese impulso que se nos ocurre. Apuntando hacia ese inexacto lugar donde confluyen los sueños y la práctica, el contagio de la iniciativa y el desaliento, esa extraña mezcla agridulce que embadurna el pensamiento y lo conmueve. Pero con el tic inalterable de primero esperar y después tener esperanza, con el tic inquebrantable de primero esperar y después tener esperanza.

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